sábado, 10 de febrero de 2018

Cuidar lo amado


No soy sicóloga, no soy couching (Dios me libre) sólo soy amiga de algunas personas. Sin querer llevármela de "gurú" de un vínculo tan sagrado como la amistad hoy me tomaré la molestia de escribir algunas recomendaciones para cuidarla.

En estos días he leído mucho sobre que hay que alejar a la gente tóxica, pero nadie te habla de los que ya tenés. Seamos prácticas, vámonos a los puntos:

1. Sé leal. Eso se define como: "Sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien". Sé leal: cuidá los momentos, las palabras, a la persona que te confió su vida. 

2. Dedicá tiempo. No tiene que ser muy constante o seguido, debés decidir dedicar un día (en el periodo que más te quede bien) a esa persona. No planeés tampoco nada estrambótico, dedicale - por lo menos - un capítulo de una serie de su gusto (o el de ambos) y será suficiente.

3. Respetá los gustos.... y los proyectos, las preferencias. Al contrario de lo que se pueda pensar, es necesario que no tengan gustos similares. Así siempre tendrá algo nuevo que aprender de las pláticas. Es como escuchar un día rock y al siguiente, banda. Todos los géneros enseñan algo, todos los gustos nos dan lecciones.

4. Incluíle en los planes personales. Si bien, alguno podrían no ser compartidos en su totalidad, pero que sepa que pensaste en esa persona mientras trazabas la idea es bien recibido. Contale si vas a ir a la playa, si vas a ir a una ceremonia, si pensás cursar una nueva carrera, si pensás aprender un nuevo oficio, si te interesa un instrumento musical, si vas a viajar a otro país. Lo que sea. Si se suma, es un plus; pero en un principio, contarlo nos mantiene cerca.

5. Sabé fechas importantes. No hablo del cumpleaños (que no digo que está mal), pero debe haber otras fechas: el cumpleaños de mamá, el de hermanos, la fecha en que se va a graduar, que fue madre/padre, la fecha en que se casó, que dejó un vicio... todo cuenta, todo suma y hacen a la persona que te está dando su amistad. 

6. Conocé a la familia. Puede que un día en que compartan te presente a su árbol genealógico, tomá nota. El origen de una persona también está respondiendo por qué esa persona es así y ve al mundo como lo hace.

7. Honestidad letal. Sin miedo y de todo, debés ser brutalmente honesto para bien o para mal. Si ese jeans le queda espectacular, si la camisa lo hace ver más guapo, si su sonrisa es bonita, si su cabello anda bien, si elegió mal esa relación, si abandonó un proyecto. Todo, sin pelos en la lengua, sin miedo. La amistad debe ser lo suficientemente fuerte para soportarlo todo.

8. Decile que lo querés. Escucharlo conforta en medio de tempestades y periodos de depresión.

No sé si esto aplique a todas las relaciones, si es así, quizás estás con alguien que vale su peso en diamantes. De lo contrario, es necesario evaluar qué pueden hacer mejor que los haga crecer como amigos y personas. 

domingo, 8 de enero de 2017

Fiebres ajenas

Nunca me ha gustado la expresión: "No hay que sudar calentura ajena", ¿por qué? es fácil: empatía. Yo tengo empatía por amigas y amigos.

Se dice que hay una familia que tenés la facultad de elegir, pero ¿la elegimos con el fin de..? Porque, personalmente, mis amigas y amigos los he elegido para compartir y vivir etapas. Les elegí para crecer como humana. A mi familia, la de sangre, la defiendo con mi vida; a la otra, también. No sé si me entenderán, pero es urgente entender que mi generación se está nutriendo de las redes que tejimos por elección. No tenemos hijos, no tenemos parejas que nos "acompañen"; elegimos acompañarnos entre todos.

No sé por qué se ve mal que pueda yo empatizar con los dolores de mis amigas, que disfrute sus triunfos, que luche hombro a hombro unas batallas.

Porque, otra vez reutilizo el argumento de la familia, si la elegí es porque me han enseñado valores también: el honor, la fidelidad, la sinceridad, la honestidad. Entonces, ¿por qué habré de negarles mis energías para poder sentir su dolor? Me dirán: "Lo único que te queda es tu familia" ¿la de sangre? no es cierto, la elegida: sí. Por eso es que he decidido sudar calenturas de mis amigas, de mis amigos porque los elegí para aprender de todo, inclusive, la traición. 

martes, 21 de junio de 2016

Lo que queda

Esta semana ha sido NEFASTA, terrible, una mierda. Podría contar lo que pasó, pero prefiero contar lo que me hizo pensar. 

Murió Alfredo. No era un Alfredo cualquiera, era Alfredo mi amigo. Era con el que compartí por días un gusto culposo: La Academia. Sí, me quedaba en su casa a ver el programa. Y podría contar todo lo que compartimos, pero no quise escribir esto como álbum de recuerdos, no, para eso están todos los demás que están poniendo su foto en los perfiles propios a manera de homenaje. Es para lo que nos da en estos tiempos.

La cuestión es lo que queda, el sentimiento que comienza a llenarte el cuerpo. Esa sensación que comienza a llenarte toda; desde los pies, pasa dejándote todos los órganos comprimidos (incluyendo el estómago) y termina en los ojos. Te rebalsa en los ojos en forma de lágrimas. Eso. Parece que los recuerdos, las sensaciones, las experiencias, las palabras, los tonos de voz, las miradas, los gestos, las manías, los secretos... todo se te alborota y te va sacudiendo hasta que rebalsás en forma de lágrima. Se te sale ese ser querido donde hay una mejor manera, la más honrosa, de hacerlo.

Luego, viene un oleaje de nostalgia y dolor. Me invade la pregunta: ¿Habrá valido la pena MI vida? La respuesta siempre me deja la boca seca: No le tengo miedo a la muerte, le tengo miedo al olvido. Le tengo miedo a no dejar nada. Quizás por eso hago todo, para dejar por lo menos un vestigio de recuerdo en alguien. 

De hecho, no me importa si hablan pestes de mí, por lo menos dejé palabras en la boca de alguien. El miedo es casi surreal: ¿Podrá decir quien sea que marqué su vida? Enfrentarme a la muerte con las manos vacías, no poder defenderme con la luz que me espera, no tener nada sustentable que me ate al corazón de alguien. Eso me da un terror potente. 

¿Escribir un libro? Sólo uno en co-autoría; ¿Un hijo? De 4 patas y seguro se irá antes; ¿Un árbol? Ando con la pila de construir mi jardín. 

En este país que nos tocó nacer y sobrevivir no se sabe. Mientras tanto sigo luchando porque lo que hago sea escuchado por alguien, recordado por quien sea. De los libros, los discos, la ropa ya se encargará alguien de repartir todo.


miércoles, 27 de abril de 2016

Canción

Uno de estos días me asaltó el recuerdo y la nostalgia. Todo sucedió porque en una radio, que no es en la que laboro, programó la canción de los Kumbia Kings. Sí, no leyó mal, fue “Mi dulce niña” la que me transportó a 2010. Entonces, recordé que ese año me dedicaron esa canción. Pobrecita ella, la discriminé desde el principio. Es más, ni la escuché.























Pues, esa noche de abril me senté a escucharla después. Lo hice porque cuando repercutió en las ondas hertzianas no la digerí, sólo la recordé. Entonces, fui hacia el internet, busqué la letra e hice un ejercicio casi semiótico, quizás empujada por la recién adquisición del tratado de Semiótica. No es cierto, sólo hice el ejercicio de “limpiarla” un poco. ¿Cómo? Pues, corregí lo errores ortográficos y puntué, eliminé escollos expresivos, revisé la retórica y eliminé lo repetitivo. El resultado es esto:

“Ya lo ves, estoy tan loco por ti. Cuando te veo venir, no sé ni qué decir.
No encuentro la manera de decirte lo que siento, tengo un nudo de amor, me estoy muriendo.

Ya lo ves; yo voy siempre detrás de ti para ver si tú, al fin, te fijarás en mí. No encuentro camino para que tú estés conmigo. Mas lo tengo decidido, voy a ser más que tu amigo.

Lo tengo decidido, yo te voy a enamorar y conmigo vas a estar. No quieras disimularlo, si en mí has pensado. Vente conmigo, yo quiero estar contigo.

Mi dulce niña, tú me fascinas por tu sonrisa; por tu mirada linda, mi dulce niña.
Tú eres mi vida; contigo, niña, quiero pasar los días.

Yo sé que eres la niña ideal, la que me tiene mal, con la quien quiero estar. Lo que pido, sin querer ser atrevido; es que tu vengas conmigo, por favor. Quiero verte así, cerquita de mí, para poder decir lo que siento por ti. Te juro que te quiero y tengo un amor sincero. Yo me desintegro por tus besos”.

Después de todo, la vi y pensé: “Muchas gracias, a quien me la dedicó (honestamente, no recuerdo quién fue) pero aún y cuando logré hacer algo decente de toda la canción sigo creyendo que pocos artistas quedan que logran ser íntegros en la construcción de las canciones y que no suene más como una amenaza que a declaración de amor”. Muchas gracias, de verdad, pero sigue sin gustarme.


domingo, 31 de enero de 2016

Canciones al volante


"El viajar es un placer que nos suele suceder", dice una cantaleta infantil. Ahora, este placer no se puede realizar, para mí, sin un soundtrack particular. Por eso, voy con 5 canciones que elevan la adrenalina para meter el acelerador al fondo. O por lo menos, cantar mientras estás en un congestionamiento.


1. Bohemian Rhapsody - QUEEN. Esta pieza escrita por Freddie Mercury para su álbum A Night at the Opera en 1975 tiene las características de una rapsodia clásica más que de una canción de música popular. Su "in crescendo" particular y que intensifica el sonido, realizan un efecto similar en las emociones de quien va al volante. Y, si no tratas de cantarla a como dé lugar, estás muerto por dentro.


2. Vértigo - U2. Le voy a los Irlandeses. Aún y cuando estuve debatiéndome entre esta y "Elevation", me quedo con Vértigo del álbum How To Dismantle An Atomic Bomb, lanzada en el 2004. Cuando Bono arranca con su "1, 2, 3... 14" ya no hay vuelta atrás. Si a esto le añadimos que el video te da la sensación de un verdadero vértigo sobre la plataforma en donde está la banda y ese efecto de que sus imágenes "corren". Sí, acelerar es preciso.


3. Mal Bicho - Los Fabulosos Cadillacs. No, no podían faltar. Cuando comienzan los tambores de batucada de esta canción que proviene de Rey Azúcar séptimo álbum de los argentinos publicado en 1995 se "acelera el corazón". La letra es culpa de Flavio Cianciarulo, el gordito exquisito del bajo en la banda. A pesar de que hace referencia de la dictadura en Guatemala, el ritmo cadencioso dan ganas de correr.




4. Paradise City - Guns N' Roses. Está incluida en el álbum de 1987 Appetite for Destruction, un album ícono de la banda, del rock, de conducir. En la estrofa que dice: "Take me down to the paradise city where the grass is green and the girls are pretty" o su traducción: "Llévame a la ciudad paraíso donde la hierba es verde y las chicas son Hermosas", se decía que era una alegoría a la marihuana o al LSD. En cualquier caso, los viajes parecen necesitar esta utopía, aunque sólo vayas directo a la oficina.






5. My favorite game - The Cardigans. Fue escrita por Peter Svensson y Nina Persson, esta estuvo agregada en el álbum Gran Turismo de 1998.La potencia lírica le valió aparecer en el vídeo introductorio de la versión "Arcade" del videojuego Gran Turismo 2. Es así. Fuera de que la canción sea la referencia a un mal amor y la búsqueda de la libertad, ¡¿Quién no quisiera poder acelerar sin miedo y correr in rumbo hasta encontrarse la felicidad?! Infaltable. 
BONUS TRACK: 
La potencia de AC/DC para cerrar. No hay más que decir: "Póngala y acelere"

                                          

domingo, 22 de noviembre de 2015

FEA

Un día de esto vi la siguiente frase: "Sí, sí existen mujeres así, mamones, el pedo es que siempre buscamos a la pareja más bonita aunque no sea inteligente". Lo gracioso es que la puso un fulano al que le expresé (en su momento) mi interés... el que rechazó. Me reí.

Algunos hombres andan con ese discurso de que "vean al interior, vean al interior" y cada vez que lo veo yo me da más risa. Es patético, porque más parece una auto-terapia. Se la dicen para aguantar a las feas. Y le agregan eso de: "Quédate con la que... nojéqué..." No es cierto.

No soy del molde del que esperan y, por ende, soy "Buena gente", soy honesta, soy fiel, arriesgada, trabajadora y no me gusta depender de nadie. Cuando he sentido algo por un hombre no ando con miramientos, no ando con mierdas: voy, lo invito a salir y ya. Y he escuchado cualquier pendejada como excusa; inclusive un: "Ay, es que fijate que me voy a ir a estudiar cocina a Francia". Así. 

Por eso me rio, porque seguimos en patrones absurdos de apariencia. Nos critican a las mujeres porque buscamos "guapos"... pero, señores: de una fea hacia ustedes: ¿Si una mujer va y se les declara sin tanta paja no "reculan"? Seguramente dirán: "Depende". Exacto: porque la declaración tiene que venir en un empaque bonito; si no, no.

Hasta en eso se les ve la incoherencia: no aceptan nada que no vaya bien "envuelto". Nunca van a decir: "tremendo cerebro el de esa mujer", lo cambian por "tremendo culo el de esa mujer" y ya. Seamos honestos, honestas. Las mujeres inclusive refuerzan esto con su frase: "No hay mujeres bonitas, sólo mal arregladas..." Cómanse una carretada de mierda con cucharita de yogurt. Basta.

Yo soy de chancletas de tres dólares, jeans, camisetas... me maquillo para mí, me compro vestidos para mí, me arreglo para mí... no para convertirme en objeto de caza ni por aprobación femenina. No. 

Si a esta entrada le sigue un: "Esta vieja está "hormonal" o "amargada", o "mal cogida"..." Felicidades, usted es más imbécil de lo que creí. Es por salud: suya. Cuando sea honesto con usted mismo y diga: "Busco una mujer bonita, con 90, 60, 90 y de cabello perfecto" estará más tranquilo. Mientras tanto, déjennos de dar palmaditas en el hombro con sus frases estúpidas que parecen que proceden de un momento “illuminanti” de Coelho.

Las feas no lo necesitamos, sabemos qué queremos. Por lo menos yo: “Una persona que provoque en mí lo que hace una buena canción o un buen libro”. Si no es así, no hay problema… no le ando dando paja a nadie. No necesitamos premio de consuelo.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Respire a base de un "click".

Hablaba un día de estos con Karla. Ella fue una alumna a la que le tomé un inmenso cariño y, después del ciclo que nos tocó  compartir como docente y alumna, nos hicimos amigas. Ha tenido a bien, compartir conmigo algunos fragmentos de su vida. En uno de ellos estaba involucrado el corazón.
En ese pedazo de historia hubo alguien que se le anudó cerquita a su corazoncito, pero no pudo ser. Esta persona lo que hizo (seguro en un arranque de olvidar todo lo que la recordaba) la aisló de su ciber-mundo. Es decir, la bloqueó o eliminó de las redes en donde se conectaban. Me sonaba familiar.
Como espíritu que se desdobla, me vi desde afuera. Esa es mi táctica: eliminar, bloquear, borrar.
Escuchando a esta niña, comenzó a explayarse en mí un sentimiento de vergüenza. Ese simple acto (ajeno) me estaba poniendo en evidencia. Yo le decía: "Pero es ridículo que te trate de "borrar" de una manera tan infantil", o algo así.
Realmente, me lo estaba diciendo a mí: "Kelly, es ridículo que tratés de convencerte que ese acto te coloca en un plano superior al otro". Esa tarde lo decidí. Ingresé a mi perfil en las redes sociales y me fui al tema de "Bloqueos", vi la lista de las personas que estaban, repasé las razones por las que había resuelto ponerlas ahí, lloré (dentro de ellos estaba el hombre con el que había hecho planes para construir una familia), uno por uno apreté el botón de "desbloqueo" y fui sintiendo un pequeño alivio en cada "click" que escuchaba. Al final, vi mi lista vacía y me dije: "Muy bien, ya pasó, si te buscan, te encontrarán; pero ya no soy la misma".
¿Las/os aceptaré? No sé, pero por lo menos estoy segura de que como café instantáneo todo lo que se anidaba en mí se ha disuelto. Se acabó.
Ahora, me quedaban pendientes estas palabras. Se lo prometí a otra persona especial que necesita darle click de ciertos "desbloqueo" y comenzar a respira.
Ardilla.