sábado, 13 de octubre de 2012

No sé.


Si de algo no sé es de fútbol. Hija de un profesor de educación física y jugador de las canteras del FAS, no me avergüenza escribir [y decir] que no sé de fútbol.
A duras penas me emocioné con el mundial de Japón y Corea del Sur en el 2002. Tanto que escribí una única columna en el periódico de la universidad. Le seguí la pista e hice mi quiniela para esa oportunidad. Admiro a tipos como Milovan, Buffón, Baggio, Zidanne, Bekenbauer, Higuita, Cantoná y así... y ni siquiera les sé la gran trayectoria, sé sus nombres, sé de sus caracteres, sé que jugaron en sus selecciones respectivas. Milován es el Rey de los técnicos, para mí. Pero igual, no sé más nada.
Aprecio una buena jugada, disfruto un gol con "chanfle". Conozco - medianamente- la táctica para distribuir a los jugadores en el campo de juego y cuáles son las faltas que acarrean una tarjeta amarilla o roja. Aún así, no sé de fut.
Entonces, ¿por qué utilizar una entrada del blog para escribir de ello? Es que uno de estos días escribí en mi perfil de FB lo siguiente: "Ahora sí es octubre, esto va agarrando "envión". Pásenla bien y que el viento, hoy sí, sople a favor" y hubo un comentario de este nivel: "No nos demos paja que El Salvador no tiene fútbol para ni mierda" No sé dónde diablos este tipo [cabeza de troglodita] vio el tema del futbol por algún lado. Y es que no soy de quienes en la efervescencia del deporte [ni de ningún otro tema] escribo. Sobre todo, cuando todos/as se creen analistas deportivos, yo soy afición; cuando los otros son analistas políticos, yo soy pueblo; cuando la gente es teóloga, yo soy feligrés. Creo, firmemente, en hablar [o escribir] sí y solo sí se conoce del tema. De lo contrario, parecés un idiota visceral.
Tiene la culpa además Galeano pues con "La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí" [parte de su Fútbol a sol y sombra] me hizo comprender que el engranaje complicado de este deporte lo compone tanto la plata que producen las marcas, los patrocinadores, el derroche en los mundiales, la construcción de estadios, la inocencia de los seguidores, las entradas, la parafernalia, los himnos, la camiseta, el ritual; pero no hay más. Por lo menos, hasta donde mis ojos ven.
Así que me van a disculpar si mis estados no hablan de cuánto quedamos, ni de cuántos puntos llevamos en las tablas, si es apertura o cierre de alguna copa, si de tal o cual jugador debe de entrar al terreno, si la táctica es buena o mala, de si el técnico tuvo o no que hacer sus “movidas”. No, no soy de esas. Soy de las que el fútbol se me acaba cuando finaliza el partido en donde está mi papi a sus 66 años tratando de hacer lo que los grandes han hecho en sus tiempos de gloria. Para mí el fútbol es eso.