sábado, 17 de septiembre de 2011

No es cierto


Desde ya que quede claro: LAS ETIQUETAS SON UNA PENDEJADA. Odio, con todas mis entrañas que la gente etiquete, pero sobre todo, que me etiqueten a mí.
No es cierto que si lloro por las cosas que me duelen o me emocionan soy una débil, Soy una persona que siente, que se expresa así, NO SOY DÉBIL.
No es cierto que porque me pregunta qué hago y les responda: trabajar; es que soy una Workaholic (búsquese el término) No, también disfruto de dormir por largos períodos, salir con mis amigos y amigas, disfruto caminar en la calles con Neo y pasear con mi má.
Tampoco es cierto que si trabajo en un medio, los billetes se desbordan de mi billetera. ¿Alguien ha revisado mis cuentas para que digan eso? No es cierto. Como tampoco lo es el hecho de que yo siempre ando locutando en la calle, hablo normal. Cuando estoy en cabina soy una persona que hace su trabajo bien, eso es todo.
Tampoco es cierto que si hablo sinceramente soy una persona enojada, el tono de las palabras se las colocó usted, no yo. Cuando digo: no pasa nada, es eso: no pasa nada. ¿Qué quieren? ¿Una escena? No, para shows hay otras. Odio las interpretaciones, que resultan al final lo mismo que las estúpidas etiquetas.
Tampoco es cierto que si pregunto las cosas directas es que ande desesperada, es que soy así: franca, directa, sin anestesia. Las cosas me gustan prácticas y lo que será, será. No tendrá que mediarse con tanto rodeo.
No porque me ría tanto siempre andaré al 100%, también tengo mis bajones, quienes me conocen lo saben. Si al celular se le pierde la señal, se le acaba la batería, quién dice que a mí no pueda ocurrirme lo mismo. A veces también necesito porras. Quienes me conocen – de verdad- lo saben.
No porque esté escribiendo esto es que sea una resentida, no es cierto. Simplemente es que me tiene harta las casillas en donde ustedes me meten, no quepo ahí, soy mucho más que eso. Como ustedes pueden exigir que no los metan en cajitas de fósforos cuando necesitan mucho más, cuando son mucho más. Tengo mil facetas, como las tienen ustedes. No son los mismos como hijos, ni como padres, ni como pareja, ni como compañeros, ni como cheros, ni como hermanos. Todos somos un todo, compuestos por varias partes.
Repito: ODIO LAS ETIQUETAS, ME PARECEN UNA PENDEJADA.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Queja personal


A diario, sea lunes o sea jueves, vengo escuchando entre todos los contactos del FB y a toda claridad las frases de “Ash, tener que ir a trabajar”, “puuuuya qué hueva”, etcétera, etcétera y más de etcétera… ¿saben qué? Me tiene harta esta actitud.

Por qué? Fácil, a diario también veo entre la gente de mi pueblo oficios que estoy segura que usted ya no está con las ganas de hacerlo. Por ejemplo: mientras usted va cómodo o cómoda en su automóvil con un cigarro – si tiene el hábito de fumar  mientras maneja- o escucha música, platica con su copiloto, afuera seguro hay un joven que roce los 19 años repartiendo papeles con la información que estoy segura que no leerá, a plenas 12 del mediodía, soportando no solo la inclemencia del tiempo si no la inclemencia de su actitud despectiva respecto a esto. Tras de ellos hay transnacionales que les está pagando un sueldo mucho, pero muuuuuuucho más miserable del que usted se queja (que seguramente estará destinado a una tarjeta de crédito, que este mismo muchachito no tiene).

Otro: las nenas con cuerpos esculturales en trajecitos apretujados bajo las mismas inclemencias del joven del volante repartiendo publicidad, induciendo a consumir una compañía telefónica y para colmo, soportando las rusticidades de cuando pervertido se desplace por la arteria en donde ellas se ofertan y usted transita en el mismo automóvil cómodo.

Los vigilantes, sí los mismos que resguardan su automóvil en la oficina, los que le piden identificación a la entrada del edificio, cuando se sabe que: “El cansancio le impide a tu mente procesar bien la información que acumula durante el día. Al no dormir lo recomendado, no estás totalmente consciente de lo que haces y tus recuerdos no son precisos. El sueño también ayuda a consolidar memorias. Si no duermes, tu cerebro no retiene información” ¿De cuánto es la jornada de los vigilantes en promedio? 24 horas, 24. Despiertos, si se puede. ¿Y usted? Seguro su jornada es de 8, que en promedio no las usa laborando al 100%, va tomando empuje alrededor de las 10 am, y en la tarde alrededor de las 2:30. Digo esto, para que no se mal entienda, que aunque esté en la oficina, sus neuronas no se activan hasta esas horas, laborales, laborales: 5 horas, estos hombres – y mujeres- le llevan en ventaja 19 horas.

Los “agentes de limpieza”, sí, los y las que les toca lavar las inmundicias que hace usted en los sanitarios de los centros comerciales, de la oficina, de la universidad, del colegio. Limpian, literalmente, su cagada. Le apuesto que no les sabe el nombre y nunca les ha dado las gracias por nada. La jornada de esta gente, por ejemplo, en la Gran Vía es hasta que el último salga de ese centro comercial, hasta el último. Limpiar y dejar inmaculado para el siguiente día. Para que usted llegue a dejar sus inmundicias a ese lugar mañana. Resulta más extenuante cuando es fin de semana. Se lo pregunté a Laura, la chica que estaba de turno el día que con “Él” llegamos a cenar al BW.

¿Qué hace a las 3 am? Seguro me dirá: dormir, no hay otra cosa que hacer a esa hora. Pues se equivoca, a esa hora se tiene que cargar, descargar, desplegar y comenzar la jornada en La Tiendona, en donde muchos y muchas acudimos a comprar porque es más barato. Usted comienza a las 8 am a entrar a la oficina, ellas y ellos ya están posesionados de sus lugares desde las 3, le llevan 5 horas también.

Y puedo seguir, porque en este país que nos tocó vivir a usted y a mí resulta que el deporte nacional no es el futbol, es “La Rebusca” además de ser la forma más “honrada” de ganarnos el pan.  Y siga hablando, siga lamentándose de esa silla acolchonada, de ese aire acondicionado, de los horarios “normales” que tiene, de los compañeros y compañeras con quienes comparte las labores, siga, siga… los antes mencionados se lo agradecerán porque sabrán que su trabajo es mucho más “matado” que el propio y se sentirán aliviados y seguirán en cada esquina, en cada oficina conformándose con las miserias que les dan.

jueves, 11 de agosto de 2011

Hombres

Sí, alguna vez tengo que tocar este tema. Porque estoy rodeada de hombres, todos los días, a cada momento. Creo que es necesario escribir sobre ellos.

Como premisa puedo decir que confío en ellos. He conocido a hombres importantes. El que ocupa el primer lugar en mi vida, por quien daría la vida y quien sé perfectamente, que la daría por mí es mi papá. Él ha estado cuando lo he necesitado y cuando no. De la misma manera en que arregla mi carro, nos hemos echado un cigarro – me ha pedido cuando no tiene - hemos platicado de fútbol y me ha dado su punto de vista sobre política, la vida y sobre mí. Puedo decir con certeza que es el hombre de mi vida. Tiene sus “cositas”, pero sé que el día en que él se vaya de mi vida, se llevará una parte de la mía.

He conocido hombres apasionados, por el deporte o por una mujer, pero apasionados. He visto cómo la pasión los ha llevado a la cima y los ha hecho tocar el piso, arrastrarse por eso mismo. He conocido de hombres que dejaron todo lo que son por estar con una mujer, y cuando ya no lo tienen, se han ido del país – con nada a su favor – a probar repararse el corazón. De la misma manera los hay de los que se quedaron, pero se han ido vengando con cada nueva relación el dolor que tan solo UNA les causó. Bien dice Bosé que no “existe un solo corazón que no venga herido de guerra”. Así los he visto. Los he escuchado llorar embriagados para olvidar o sentir que el mundo se les vino abajo por una sola, repito, una sola mujer.

También conocí y sigo conociendo a hombres que su refugio ha sido el arte: la escritura, la pintura, la música. Que impulsados por sus sentimientos han escrito, pintado o construido, lo que les ha costado materializar en palabras y han resultado obras maestras – anónimas o no – que perduran: Dalí, Benedetti, Van Gogh, Velasco, Rivera, Villacorta, Neruda, Aute, Guerra, Cabrera… y puedo seguir, pero solo es para ilustrar. No ha habido una excusa para no dejar ver lo que son. Dejaron el corazón “desparramado” en papel o lienzo, en notas musicales o la voz por una mujer.

También los he visto seguro de lo que quieren. Enamorados de la vida y seguros de encontrar a quien esté sintonizado con ellos para poder al fin “sentar cabeza”. Los he escuchado decir con plena seguridad: me quiero casar, quiero mi hogar, quiero esposa, quiero hijos. Sin temor a ser tachados de “cursis” o “bayuncos”, “pocos hombres” o tales. Porque ellos también tienen sus juicios gremiales. Lo que quieren es estar con una mujer.

Los que han solicitado y no se les ha otorgado. Quienes han propuesto sin pelos en la lengua lo que quieren, sin rodeo. Que a algunas mujeres les suene “disonante”, eso es lo que pasa. Que te piden sexo sin reparo, que quieren solo “divertirse”, que no quieren nada serio. Debo de agradecer la honestidad y practicidad con que lo hacen. Dependerá de quien escuche esta propuesta para aceptarla o no. Pero he conocido hombres que saben qué quieren, inclusive si solo es sexo furtivo.

Los he visto orgullosos de sus hijos o hijas, de los que darían la vida por los mismos y enfrentarse a la vida con tal de estar para ellos a toda costa. De los que se desvelan haciendo tareas y de igual manera los llevan al parque o a tomar un sorbete. De los que colorean tirados en el piso sin preguntarse qué dirá la próxima mujer que los vea. Dejar su mal llamada “hombría” tirada en las baldosas de sus casas con tal de ver sonreír a sus retoños. De los que darían lo que fuera porque no pasen ni un solo minuto de su vida sin lo necesario. Correr con ellos al médico y llorar junto a camas de hospital por sus chiquitines. De los que hacen uso de su fuerza bruta para cargar a sus niños por largos caminos y brincar con ellos ante la pantalla de televisión. De los que se saben los detalles más sórdidos de sus vástagos y los cumplen sin reparo. Estar enamorados por esos niños o niñas de la misma mujer.

También conozco hombres que se cuidan, que están preocupados por verse bien. No quieren ofrecer nada que no sea apreciado, sí, los hay. Dentro del pequeño espectro estos son los más raros de descubrir, pero insisto, los hay.

También los hay tan buenos amigos, que me han acompañado cuando me he sentido de lo peor y me han ofrecido su hombro sin dudarlo. Se han puesto de mi lado y han masacrado al tipo que me haya hecho daño en ese momento. Con tan buen sentido del humor que me han levantado el ánimo a mil. Que me han preguntado: ¿Cómo estás? al día siguiente de haberme escuchado llorar y recetarme canciones, echarme porras, consolarme con buenas frases. Mi red más fuerte en momentos de tristeza. Y soy una mujer que tiene un mejor amigo.

Existen en mi vida, excelentes compañeros de trabajo que me han ayudado a solventar y se dejan ayudar, que nos les da miedo tener a una mujer por jefa, ni ser enseñados por una de nosotras. Que se sienten orgullosos de mis triunfos y los comparten. Que además han tenido a bien compartirme sus conocimientos para fortalecer los mío. Me han enseñado lo que hasta el momento sigue siéndome útil. Con quienes nos hemos desvelado y realizado magistrales proyectos, hombro a hombro.

En definitiva, hay hombres buenos a cada rato, en cada esquina. Por estos yo sigo creyendo. Que tiene sus puntos flacos. Vamos, no nos hagamos las majes, hay mujeres gandayas y traicioneras que igual han dejado niños abandonados – me consta – que su disque instinto maternal puede importarles muy poco. Por eso también sigo creyendo en la raza masculina. El punto es encontrar el que esté en la misma sintonía que yo lo estoy. Pero, igual, no tengo prisa, cuando lo encuentre seguro será para siempre. Mientras tanto, me sigo rodeando de hombres buenos, maravillosos, luchadores, simples y prácticos.

viernes, 5 de agosto de 2011

Código




Como los charolastras de "Y tu mamá también" tienen su especie de código de amistad, a veces me da por pensar que deberíamos tener una especie de 10 mandamientos en este rollo llamado "camaradería" o "cherada"o "amistad":
punto 1: querrás a tus amigos por sobre toda pareja. Ellos/as se quedan cuando los amores se van.
punto 2: aceptarás a su familia tal cual es. Recordemos que la familia hizo al amigo o a la amiga que hoy tenemos a nuestro lado.
punto 3: no criticarás su forma de ser. No importa qué hizo, qué hará o qué dejó de hacer. Él o ella es lo que es y la admitiste en tu vida justamente así.
punto 4: respetarás sus elecciones. Salir con alguien, dejar de hacer algo, ir o venir. Estarás para cuando se equivoque o cuando triunfe.
punto 5: dejarás que llore, despotrique, ría o cante cuando lo necesite. A veces, tu compañía será suficiente para que se sienta mejor.
punto 6: concebirás su casa como la tuya y viceversa.
punto 7: buscarás que sepa cuánto lo y la quieres. Nunca está de más decirle lo importante que es para vos.
punto 8: serás lo más transparente posible. Si lo elegiste como amigo y él o ella a ti, significa que puedes ser lo que quieras y su amistad no disminuirá.
punto 9: harán lo posible por cosechar recuerdos. Estos los mantendrán más unidos, aún a la distancia.
punto 10: no darás consejos que no te pida. Tu silencio, a veces, podrá ayudarle más de lo que crees.
No sé si ayude, pero si estamos de acuerdo, seremos amigos.

sábado, 30 de julio de 2011

hábitos asquerosos


Acá estoy, con la panza revuelta y la urgente necesidad de escribir.
Existen hábitos asquerosos que me traen a colación un pedazo de mi blog.
Hábito asqueroso 1: estornudar sin taparse la zona de la boca. ¿Han visto cuánta saliva sale? ¿La velocidad a la que viaja en el espacio? ¿Saben cuántos gérmenes viajan en ese espacio y velocidad? ¿Es que necesitas compartir eso con todos alrededor? simplemente, asqueroso.
Hábito asqueroso 2: comerse las uñas. Sé que es un hábito derivado de la ansiedad, pero, cuánta mugre no andarás de: el dinero, la tierra, la grasa de tu cara, el pasamanos en el bus, tocar una silla, el teclado de la compu, el mouse, tus amigos, tu familia, tu mascota, ¿sigo?
Hábito asqueroso 3: orinar en público... apestoso. Aquí vamos parejos: hombres y peor aún mujeres.
Hábito asqueroso 4: escupir, o peor aún "alborotar al gallinero", "jorgojear", "gargarear mucosidades", noooooooo, paso ...
Hábito asqueroso 5: "escarolearse" la nariz mientras la luz cambia de rojo a verde. Dejen en paz la nariz, para eso existen los pañuelos. No se les olvide que hay más alrededor, en su carrito, tranquilos, no necesito ver tu interior.
Hábito asqueroso 6: comerse los mocos (no comment)
Y seguiría, pero se me ha revuelto la panza.

jueves, 28 de julio de 2011

Hospitales


Créanme un optimista empedernida, pero me gustan los hospitales.
Hay buenas vibras bajo la frase "que te mejores",
Existen almas antiguas con rostros arrugados que llegan cargados de historias,
Hay almas nuevas después de horas y horas de partos con o sin dolor,
Existen guerreros y guerreras de bata blanca,
Se perpetua un aferramiento a la vida, increíble,
Hay gente afable que te ayuda a subir o bajar,
Veo familias que se apoyan,
Hay sonidos, hay vibras,
Y mi madre empatándome con el doctor que la atiende.
créanme una optimista empedernida, pero me gustan los hospitales.

martes, 26 de julio de 2011

sí quiero


Estoy harta de que me tachen de feminista, no lo soy.
Soy una mujer que merece oportunidades, además soy una mujer que sabe perfectamente las diferencias que existen entre hombres y mujeres: la fuerza bruta, la estatura, los tonos de voz, los desarrollos personales, los conozco.
No soy feminista. Por eso, hoy quiero decir que sí quiero.
No por ser mujer, pero quiero casarme de blanco, quiero tener un hombre a mi lado, quiero que me regalen flores, quiero celebrar aniversarios, quiero un beso de desayuno, quiero envejecer con él y sentarme cada tarde con una taza de café y pan dulce a discutir lo que hemos leído o visto en los periódicos y noticieros.
Quiero abrazarte en la cama antes de dormir, quiero ver películas que me gusten y que te gusten los domingos, quiero conocer paisajes nuevos con él y tomarme fotos juntos.
No lo hago por ser mujer. Lo hago porque a mi lado hay una mujer y un hombre que se han amado durante 36 años y hoy que ella está enferma, él está cual enfermero cuidándola.
Eso es amor, eso es lo que quiero.
Quiero un final feliz, quiero un baile de boda con "The way you look tonight" de Sinatra, quiero tener un bebé que tenga mis ojos, su cabello, su carácter, mi sonrisa, nuestra sangre. Quiero uno que me recuerde que estás en mí y yo en ti.
Eso quiero, no por ser mujer, si no porque he venido a ser feliz. Me han amado tanto en toda mi vida, que soy tan capaz de amar y luchar como cualquiera.
Quiero ser cómplice, amiga, amante, madre, compañera y más. Eso quiero.

lunes, 25 de julio de 2011

Yo no uso maquillaje

No, no lo uso. Aunque esto podría tomarse como aquella regla matemática del menos por menos es más, pues no, no uso maquillaje. Quienes me conocen, saben.
Y eso que me he criado con una mujer cuya imagen siempre fue impecable, pulcra y sobretodo maquillada. Pero no, fui de las que andaba en partidos de fut, beis, basket; en natación y voley. No, ahí no se necesita maquillaje, se corre. ¿Cómo lo sé? es obvio, sudás.
Quizás quiero creer en el valor de la sonrisa, esa que se define diccionariamente como: una expresión facial formada al flexionar los 17 músculos cerca de los extremos de la boca, pero también alrededor de los ojos. Pero una sonrisa que no está maquillada. Creo que hago esa connotación al maquillaje: ocultamiento. Si en los humanos, es una expresión común que refleja placer o entretenimiento, pues que ese placer se note, se vea, se sienta, se viva.
Sí, eso es, y aquí apliquen la ley matemática: más por más es MÁS. Creo en el valor de la sonrisa limpia, libre y soberana (cual república) que no esconde nada. Pero también creo en las lágrimas que corren sin perder tiempo en campo libre. Por eso no me maquillo, para que vean lo que siento, para ser transparente con quienes están cerca, para que quede claro quién soy y lo que llevo dentro.
Por eso no seguiré maquillándome, para que me vean, para que me sientan.


viernes, 22 de julio de 2011

Escala


Dentro de toda la manada que circula en el Gran San Salvador, y fuera de él, existe una escala personal que quiero compartir.
Es una clasificación que he desarrollado según mi experiencia de conductora. He manejado automóvil en casi 15 años y poco a poco fui categorizando a cada uno.
ESPECIE 1: los conductores de productos: son esos tipos - generalmente hombres - que conducen bajo la premisa de que "de todos modos es de la empresa" y van aventádose a cuanto ser se les ponga enfrente. Sin responsabilidad, ni precaución. Se avientan y aceleran sobre los límites normales. Seres arriesgados, peligrosos. Léase Diana, Coca Cola, Pepsi, Pollo Indio, Agua Cristal y por ahí nos vamos.
ESPECIE 2: taxistas: los canaritos se llevan los laureles en aceleración. Como deben entregar a su pasajero a tiempo, pues ahí van, arriesgándolo más que protegiendo a quienes llevan. Siempre se meten donde es imposible hacerlo y no responden a pitazos y mentadas de madre. Quizás no la tienen. Peligrosos número 2.
ESPECIE 3: microbuseros escolares: qué transportan, digo yo. Son peores. Lo grave del caso es que son mujeres; poniendo en mal al gremio femenino. Creo que están tan deseosas de deshacerse de los infantes que hacen hasta lo imposible por cubrir su cuota y se desquician al volante.
ESPECIE 4: camionetas (Porque entre más grande el carro, más listo el que va adentro) parece que el tamaño sí importa.
ESPECIE 5: Transporte público: Porque aunque no lo crean, tienen más pulso
ESPECIE 6: Los/as peatonas: Estos/as últimos no van al volante, pero son peligrosos. Muchos y muchas circulan como vacas en plena ciudad. Me remito a la pasarela del Parque Infantil.
La ciudad es la jungla que está llena de estas especie. Cuidado con ellas.

Fidel


Hay de tropiezos a tropiezos. Los hay de los que caen super bien: una buena oferta, un buen libro en la librería, un billete en el bolsillo, tráfico despejado; pero el más rico de todos: un buen amigo.
Ese tropiezo, además de intempestivo fue gratificantes, refrescante y energizante - si me falta algún adjetivo que diga lo bien que me cayó encontrarte, pues se lo ponés.
Me encontré con Fidel, un amigazo a quien le tengo una parcela en mi corazón.
Este hombre es grande - en todos los sentidos - y su avistamiento me llenó tanto, más que ver al Atlantis en su última misión. Me hizo pensar en los buenos tropiezos. Nos encontramos en un antro de perdición y consumismo. En la vorágine de gente fría, parece que creamos un nicho tibio en el que nos transferimos buenas vibras. Yo iba armada de un gran café, él solo su sonrisa y un fuerte abrazo de oso que me llenó por entero. Adentro y afuera.
La vida tiene estos momentos de reivindicación que agradezco, inmensamente. Le prometí escribir, y acá estoy escribiendo. Porque le dije: siempre hay que de qué escribir.
Fidel, vos sos de los tópicos que no se pueden dejar pasar para dedicarle una líneas en este espacio. Gracias por el tropiezo fortuito, el que nos permitió ponernos al tanto en tiempo récord y el que me permitió también recargar baterías, hacer planes y resolver el mundo linguístico en tan solo un tropiezo.

miércoles, 20 de julio de 2011

mi oficio


Muy poco hablo de la otra pasión que tengo. Una es la radio - para ir aclarando- estoy enamorada de las ondas hertzianas. Pero hace ya casi nueve (o 10) años que he descubierto otra pasión: enseñar.
Dicen que los conocimientos se van reforzando cada vez que le compartes a un joven de lo que ya sabes. Eso me pasa. Debo confesar que cuando comencé el poder me atrajo, pero aprendí que no radicaba ahí la magia del oficio. El centro es el educando, el aprendiz, el joven, el niño o niña que está depositando en uno la plena confianza. Ahí está la magia: en ellos, en su sed de conocimiento, en sus preguntas, en sus respuestas, en sus vidas.
Estos años me ha llenado más las frases: Ahora entiendo todo, con usted me siento cómoda o cómodo, he aprendido más en este ciclo que en toda mi vida de colegio, y así. Si tuviera que ganar en especies para alimentarme, estaría satisfecha, más.
Quiero acá agradecerle a esos alumnos y alumnas queme han retado con sus dudas y me han enseñado a enseñar. Sus miradas de discernimiento y las veces que he reforzado con ustedes mi teoría: "Jugando se aprende mejor".
Y también agradezco a mis colegas que lograron enseñarme cómo hablar más con mis tácticas educativas que con la etimología misma.
Espero tener siempre aula llena, sonrisas entusiasmadas por mis clases, dinámicas que compartir y conocimiento para compartir. Enseñar me llena de vida, y la vida siempre me da lecciones para enseñar.

martes, 15 de marzo de 2011

Despedida


Yo suelo salir por la puerta grande, siempre.
Es decir, para esto de las despedidas o te vas con bombo y platillo o mejor te quedás quieta y te salís por la puerta de atrás.
Esto lo teníamos en cocción desde hace casi un año. Era mucho para mí, que no he tenido una relación más allá de los 10 meses; y era mucho para él que tenía algo "alterno". Así que dejamos que las estrellas hablaran. Según lo que te rige, no podemos estar juntos.
Así que era la verdad anunciada desde hace rato, pero a la que me negaba buscarle solución.
Me voy entonces por la puerta grande: sin cargo de conciencia, con los labios llenos de tus besos, mi piel tapizada de tus caricias, mis oídos cargados de tus palabras (incluyen un "te amo") y la certeza en mi calendario de haberte querido con demasía. Gracias.
Porque de las noches no tengo queja, no puedo más que decir que Gracias. Tu pasión llenó cada rincón de mi ser.
Ni siquiera vale la pena llorar, porque no me duele haber sido yo contigo, no me duele, no me pesa, no pasa nada. Sé perfectamente que estuve y estaré en tus recuerdos. Gracias.
Calamaro suena fuerte y claro en mis oídos y no puedo decir más que: La moneda cayó por el lado de la soledad. Entonces, no me queda más que disfrutar esto que me tocó, esto que vivo y que siento tan grande. Porque estoy segura de que no nos cruzamos en vano, no en esta vida, ni en la que sigue.
Gracias, me largo por la puerta grande, la ancha, la de la satisfacción.