sábado, 17 de septiembre de 2011

No es cierto


Desde ya que quede claro: LAS ETIQUETAS SON UNA PENDEJADA. Odio, con todas mis entrañas que la gente etiquete, pero sobre todo, que me etiqueten a mí.
No es cierto que si lloro por las cosas que me duelen o me emocionan soy una débil, Soy una persona que siente, que se expresa así, NO SOY DÉBIL.
No es cierto que porque me pregunta qué hago y les responda: trabajar; es que soy una Workaholic (búsquese el término) No, también disfruto de dormir por largos períodos, salir con mis amigos y amigas, disfruto caminar en la calles con Neo y pasear con mi má.
Tampoco es cierto que si trabajo en un medio, los billetes se desbordan de mi billetera. ¿Alguien ha revisado mis cuentas para que digan eso? No es cierto. Como tampoco lo es el hecho de que yo siempre ando locutando en la calle, hablo normal. Cuando estoy en cabina soy una persona que hace su trabajo bien, eso es todo.
Tampoco es cierto que si hablo sinceramente soy una persona enojada, el tono de las palabras se las colocó usted, no yo. Cuando digo: no pasa nada, es eso: no pasa nada. ¿Qué quieren? ¿Una escena? No, para shows hay otras. Odio las interpretaciones, que resultan al final lo mismo que las estúpidas etiquetas.
Tampoco es cierto que si pregunto las cosas directas es que ande desesperada, es que soy así: franca, directa, sin anestesia. Las cosas me gustan prácticas y lo que será, será. No tendrá que mediarse con tanto rodeo.
No porque me ría tanto siempre andaré al 100%, también tengo mis bajones, quienes me conocen lo saben. Si al celular se le pierde la señal, se le acaba la batería, quién dice que a mí no pueda ocurrirme lo mismo. A veces también necesito porras. Quienes me conocen – de verdad- lo saben.
No porque esté escribiendo esto es que sea una resentida, no es cierto. Simplemente es que me tiene harta las casillas en donde ustedes me meten, no quepo ahí, soy mucho más que eso. Como ustedes pueden exigir que no los metan en cajitas de fósforos cuando necesitan mucho más, cuando son mucho más. Tengo mil facetas, como las tienen ustedes. No son los mismos como hijos, ni como padres, ni como pareja, ni como compañeros, ni como cheros, ni como hermanos. Todos somos un todo, compuestos por varias partes.
Repito: ODIO LAS ETIQUETAS, ME PARECEN UNA PENDEJADA.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Queja personal


A diario, sea lunes o sea jueves, vengo escuchando entre todos los contactos del FB y a toda claridad las frases de “Ash, tener que ir a trabajar”, “puuuuya qué hueva”, etcétera, etcétera y más de etcétera… ¿saben qué? Me tiene harta esta actitud.

Por qué? Fácil, a diario también veo entre la gente de mi pueblo oficios que estoy segura que usted ya no está con las ganas de hacerlo. Por ejemplo: mientras usted va cómodo o cómoda en su automóvil con un cigarro – si tiene el hábito de fumar  mientras maneja- o escucha música, platica con su copiloto, afuera seguro hay un joven que roce los 19 años repartiendo papeles con la información que estoy segura que no leerá, a plenas 12 del mediodía, soportando no solo la inclemencia del tiempo si no la inclemencia de su actitud despectiva respecto a esto. Tras de ellos hay transnacionales que les está pagando un sueldo mucho, pero muuuuuuucho más miserable del que usted se queja (que seguramente estará destinado a una tarjeta de crédito, que este mismo muchachito no tiene).

Otro: las nenas con cuerpos esculturales en trajecitos apretujados bajo las mismas inclemencias del joven del volante repartiendo publicidad, induciendo a consumir una compañía telefónica y para colmo, soportando las rusticidades de cuando pervertido se desplace por la arteria en donde ellas se ofertan y usted transita en el mismo automóvil cómodo.

Los vigilantes, sí los mismos que resguardan su automóvil en la oficina, los que le piden identificación a la entrada del edificio, cuando se sabe que: “El cansancio le impide a tu mente procesar bien la información que acumula durante el día. Al no dormir lo recomendado, no estás totalmente consciente de lo que haces y tus recuerdos no son precisos. El sueño también ayuda a consolidar memorias. Si no duermes, tu cerebro no retiene información” ¿De cuánto es la jornada de los vigilantes en promedio? 24 horas, 24. Despiertos, si se puede. ¿Y usted? Seguro su jornada es de 8, que en promedio no las usa laborando al 100%, va tomando empuje alrededor de las 10 am, y en la tarde alrededor de las 2:30. Digo esto, para que no se mal entienda, que aunque esté en la oficina, sus neuronas no se activan hasta esas horas, laborales, laborales: 5 horas, estos hombres – y mujeres- le llevan en ventaja 19 horas.

Los “agentes de limpieza”, sí, los y las que les toca lavar las inmundicias que hace usted en los sanitarios de los centros comerciales, de la oficina, de la universidad, del colegio. Limpian, literalmente, su cagada. Le apuesto que no les sabe el nombre y nunca les ha dado las gracias por nada. La jornada de esta gente, por ejemplo, en la Gran Vía es hasta que el último salga de ese centro comercial, hasta el último. Limpiar y dejar inmaculado para el siguiente día. Para que usted llegue a dejar sus inmundicias a ese lugar mañana. Resulta más extenuante cuando es fin de semana. Se lo pregunté a Laura, la chica que estaba de turno el día que con “Él” llegamos a cenar al BW.

¿Qué hace a las 3 am? Seguro me dirá: dormir, no hay otra cosa que hacer a esa hora. Pues se equivoca, a esa hora se tiene que cargar, descargar, desplegar y comenzar la jornada en La Tiendona, en donde muchos y muchas acudimos a comprar porque es más barato. Usted comienza a las 8 am a entrar a la oficina, ellas y ellos ya están posesionados de sus lugares desde las 3, le llevan 5 horas también.

Y puedo seguir, porque en este país que nos tocó vivir a usted y a mí resulta que el deporte nacional no es el futbol, es “La Rebusca” además de ser la forma más “honrada” de ganarnos el pan.  Y siga hablando, siga lamentándose de esa silla acolchonada, de ese aire acondicionado, de los horarios “normales” que tiene, de los compañeros y compañeras con quienes comparte las labores, siga, siga… los antes mencionados se lo agradecerán porque sabrán que su trabajo es mucho más “matado” que el propio y se sentirán aliviados y seguirán en cada esquina, en cada oficina conformándose con las miserias que les dan.