viernes, 9 de septiembre de 2011

Queja personal


A diario, sea lunes o sea jueves, vengo escuchando entre todos los contactos del FB y a toda claridad las frases de “Ash, tener que ir a trabajar”, “puuuuya qué hueva”, etcétera, etcétera y más de etcétera… ¿saben qué? Me tiene harta esta actitud.

Por qué? Fácil, a diario también veo entre la gente de mi pueblo oficios que estoy segura que usted ya no está con las ganas de hacerlo. Por ejemplo: mientras usted va cómodo o cómoda en su automóvil con un cigarro – si tiene el hábito de fumar  mientras maneja- o escucha música, platica con su copiloto, afuera seguro hay un joven que roce los 19 años repartiendo papeles con la información que estoy segura que no leerá, a plenas 12 del mediodía, soportando no solo la inclemencia del tiempo si no la inclemencia de su actitud despectiva respecto a esto. Tras de ellos hay transnacionales que les está pagando un sueldo mucho, pero muuuuuuucho más miserable del que usted se queja (que seguramente estará destinado a una tarjeta de crédito, que este mismo muchachito no tiene).

Otro: las nenas con cuerpos esculturales en trajecitos apretujados bajo las mismas inclemencias del joven del volante repartiendo publicidad, induciendo a consumir una compañía telefónica y para colmo, soportando las rusticidades de cuando pervertido se desplace por la arteria en donde ellas se ofertan y usted transita en el mismo automóvil cómodo.

Los vigilantes, sí los mismos que resguardan su automóvil en la oficina, los que le piden identificación a la entrada del edificio, cuando se sabe que: “El cansancio le impide a tu mente procesar bien la información que acumula durante el día. Al no dormir lo recomendado, no estás totalmente consciente de lo que haces y tus recuerdos no son precisos. El sueño también ayuda a consolidar memorias. Si no duermes, tu cerebro no retiene información” ¿De cuánto es la jornada de los vigilantes en promedio? 24 horas, 24. Despiertos, si se puede. ¿Y usted? Seguro su jornada es de 8, que en promedio no las usa laborando al 100%, va tomando empuje alrededor de las 10 am, y en la tarde alrededor de las 2:30. Digo esto, para que no se mal entienda, que aunque esté en la oficina, sus neuronas no se activan hasta esas horas, laborales, laborales: 5 horas, estos hombres – y mujeres- le llevan en ventaja 19 horas.

Los “agentes de limpieza”, sí, los y las que les toca lavar las inmundicias que hace usted en los sanitarios de los centros comerciales, de la oficina, de la universidad, del colegio. Limpian, literalmente, su cagada. Le apuesto que no les sabe el nombre y nunca les ha dado las gracias por nada. La jornada de esta gente, por ejemplo, en la Gran Vía es hasta que el último salga de ese centro comercial, hasta el último. Limpiar y dejar inmaculado para el siguiente día. Para que usted llegue a dejar sus inmundicias a ese lugar mañana. Resulta más extenuante cuando es fin de semana. Se lo pregunté a Laura, la chica que estaba de turno el día que con “Él” llegamos a cenar al BW.

¿Qué hace a las 3 am? Seguro me dirá: dormir, no hay otra cosa que hacer a esa hora. Pues se equivoca, a esa hora se tiene que cargar, descargar, desplegar y comenzar la jornada en La Tiendona, en donde muchos y muchas acudimos a comprar porque es más barato. Usted comienza a las 8 am a entrar a la oficina, ellas y ellos ya están posesionados de sus lugares desde las 3, le llevan 5 horas también.

Y puedo seguir, porque en este país que nos tocó vivir a usted y a mí resulta que el deporte nacional no es el futbol, es “La Rebusca” además de ser la forma más “honrada” de ganarnos el pan.  Y siga hablando, siga lamentándose de esa silla acolchonada, de ese aire acondicionado, de los horarios “normales” que tiene, de los compañeros y compañeras con quienes comparte las labores, siga, siga… los antes mencionados se lo agradecerán porque sabrán que su trabajo es mucho más “matado” que el propio y se sentirán aliviados y seguirán en cada esquina, en cada oficina conformándose con las miserias que les dan.

1 comentario:

Armando dijo...

muy bien dicho... y que bonito lo describes; un diez!