domingo, 8 de enero de 2017

Fiebres ajenas

Nunca me ha gustado la expresión: "No hay que sudar calentura ajena", ¿por qué? es fácil: empatía. Yo tengo empatía por amigas y amigos.

Se dice que hay una familia que tenés la facultad de elegir, pero ¿la elegimos con el fin de..? Porque, personalmente, mis amigas y amigos los he elegido para compartir y vivir etapas. Les elegí para crecer como humana. A mi familia, la de sangre, la defiendo con mi vida; a la otra, también. No sé si me entenderán, pero es urgente entender que mi generación se está nutriendo de las redes que tejimos por elección. No tenemos hijos, no tenemos parejas que nos "acompañen"; elegimos acompañarnos entre todos.

No sé por qué se ve mal que pueda yo empatizar con los dolores de mis amigas, que disfrute sus triunfos, que luche hombro a hombro unas batallas.

Porque, otra vez reutilizo el argumento de la familia, si la elegí es porque me han enseñado valores también: el honor, la fidelidad, la sinceridad, la honestidad. Entonces, ¿por qué habré de negarles mis energías para poder sentir su dolor? Me dirán: "Lo único que te queda es tu familia" ¿la de sangre? no es cierto, la elegida: sí. Por eso es que he decidido sudar calenturas de mis amigas, de mis amigos porque los elegí para aprender de todo, inclusive, la traición. 

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